Las fuerzas británicas desalojaron por la fuerza a las autoridades y los pobladores argentinos de las Islas Malvinas el 3 de enero de 1833. Hasta ese momento, las islas eran gestionadas con éxito por Argentina, que heredó la posesión de España y se asentó con autoridades y emprendimientos económicos.
Las Islas Malvinas formaron parte del territorio en manos de la Corona española desde la Conquista de América. El territorio formó parte del Virreinato del Río de la Plata, pero los españoles recién tuvieron una presencia activa en las islas entre 1767 y 1810, lapso durante el cual ya debieron mantener al margen a los británicos, que intentaron hacerse por la fuerza del archipiélago del Atlántico Sur.
De hecho, los españoles habían logrado asegurar su soberanía en las Malvinas tras vencer a los británicos, que de forma clandestina desembarcaron en la isla en 1765 para fundar un establecimiento denominado Port Egmont. Los españoles respondieron en 1770 y, tras un enfrentamiento armado con los británicos, lograron recuperar las islas, que por su ubicación estaban dentro de los dominios americanos de España desde la conquista de América.
Según consta en archivos históricos publicados por Argentina en 2022, el Reino Unido reconoció entonces la soberanía española sobre las islas, a cambio de no perder el asentamiento en Port Egmont, aunque sería abandonado definitivamente por los británicos en 1774.
Las fuerzas británicas desalojaron por la fuerza a las autoridades y los pobladores argentinos de las Islas Malvinas el 3 de enero de 1833. Hasta ese momento, las islas eran gestionadas con éxito por Argentina, que heredó la posesión de España y se asentó con autoridades y emprendimientos económicos.
Las Islas Malvinas formaron parte del territorio en manos de la Corona española desde la Conquista de América. El territorio formó parte del Virreinato del Río de la Plata, pero los españoles recién tuvieron una presencia activa en las islas entre 1767 y 1810, lapso durante el cual ya debieron mantener al margen a los británicos, que intentaron hacerse por la fuerza del archipiélago del Atlántico Sur.
De hecho, los españoles habían logrado asegurar su soberanía en las Malvinas tras vencer a los británicos, que de forma clandestina desembarcaron en la isla en 1765 para fundar un establecimiento denominado Port Egmont. Los españoles respondieron en 1770 y, tras un enfrentamiento armado con los británicos, lograron recuperar las islas, que por su ubicación estaban dentro de los dominios americanos de España desde la conquista de América.
Según consta en archivos históricos publicados por Argentina en 2022, el Reino Unido reconoció entonces la soberanía española sobre las islas, a cambio de no perder el asentamiento en Port Egmont, aunque sería abandonado definitivamente por los británicos en 1774.
Todo cambió dos años después, cuando la corbeta británica HMS Clio arribó a las islas bajo las órdenes del comandante James Onslow y un arsenal de 18 cañones. Según los documentos que recopila Argentina, el interés británico por las islas se había reavivado tras la incursión estadounidense de 1831 y el desarrollo que Puerto Soledad mostraba bajo la soberanía argentina.
Así fue que Londres decidió enviar al HMS Clio, un buque de guerra. Si bien en su misión el Reino Unido ya habilitaba a la embarcación a usar la fuerza si fuera necesario, el plan original se limitaba a tomar posesión de Puerto Egmont, el punto que los españoles habían reservado a los británicos y que estos habían abandonado en 1774.
Onslow llegó a Puerto Egmont el 23 de diciembre de 1832. Excediéndose de las órdenes que había recibido, el británico decidió avanzar sobre Puerto Soledad y exigir por la fuerza la expulsión de toda la población argentina existente al 3 de enero de 1833. A esa altura, los británicos habían sumado otra corbeta, la Tyne, con 28 cañones más.
Los británicos se aprovecharon, además, de una sublevación interna que se había producido por aquellos días en las islas, producto de la tensión entre los pobladores y el comandante Francisco Mestivier. Quien llegó a solucionar la situación, el coronel José María Pinedo, fue quien recibió la amenaza de Onslow para abandonar las islas. Si bien accedió a dejar el territorio producto de la superioridad militar británica, se negó a arriar la bandera argentina.
Las primeras protestas internacionales de Argentina no tardaron. Dos semanas después del incidente, el ministro de Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires, Manuel Vicente Maza, pidió explicaciones al encargado de negocios británico, Philip Gore.
Desde entonces, el Reino Unido optó por, sistemáticamente, desoír los reclamos argentinos. Gore no respondió a Maza, por lo que el Gobierno argentino decidió presentar una nota formal de protesta. Nuevamente, sin respuesta, Maza instruyó a los diplomáticos argentinos a plantear la situación de forma oficial en Londres.
Los británicos se aprovecharon, además, de una sublevación interna que se había producido por aquellos días en las islas, producto de la tensión entre los pobladores y el comandante Francisco Mestivier. Quien llegó a solucionar la situación, el coronel José María Pinedo, fue quien recibió la amenaza de Onslow para abandonar las islas. Si bien accedió a dejar el territorio producto de la superioridad militar británica, se negó a arriar la bandera argentina.
Las primeras protestas internacionales de Argentina no tardaron. Dos semanas después del incidente, el ministro de Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires, Manuel Vicente Maza, pidió explicaciones al encargado de negocios británico, Philip Gore.
Desde entonces, el Reino Unido optó por, sistemáticamente, desoír los reclamos argentinos. Gore no respondió a Maza, por lo que el Gobierno argentino decidió presentar una nota formal de protesta. Nuevamente, sin respuesta, Maza instruyó a los diplomáticos argentinos a plantear la situación de forma oficial en Londres.
Ya desde entonces, Argentina notificó de lo sucedido al resto de los países americanos, varios de los cuales apoyaron el reclamo argentino ya desde ese mismo momento. Pocos días después, la ocupación ilegal de las Malvinas ya era conocida por la población a través de los medios de prensa.
Para Argentina, en esa época lo hecho por el Reino Unido constituyó “una flagrante violación del derecho internacional de la época”, según repasa hoy el Gobierno argentino, debido a que el Reino Unido “debía respetar la integridad territorial de un Estado con el que mantenía relaciones pacíficas”.
