La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, hizo un llamamiento a los países socios de todo el mundo para que formen parte del desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Con nuestra adhesión hace 50 años, los alemanes prometimos asumir la responsabilidad de las Naciones Unidas”, señala la ministra en su discurso a pronunciar en Nueva York con motivo del 50 aniversario de la adhesión de Alemania a la ONU, discurso al que tuvo acceso dpa.
Baerbock agregó que hoy se quiere cumplir esa promesa “con valor y confianza” junto con los socios “de nuevo en un mundo cambiado”.
El 18 de septiembre de 1973, Alemania se adhirió a la ONU, hito que se celebra este lunes al margen de la asamblea general de las Naciones Unidas.
Además del canciller alemán, Olaf Scholz, y Baerbock, otros ministros germanos participarán en las deliberaciones de la ONU que tendrán lugar a lo largo de esta semana en Nueva York.
Según Baerbock, cada vez son más los Estados con perspectivas diferentes que reclaman contribuir a configurar el orden internacional. “Que sus voces se oigan con más fuerza es algo que debería haberse hecho”, dijo, y añadió que por ello Alemania quiere reforzar sus asociaciones en todo el mundo con Estados que confían en un orden internacional basado en las normas y el derecho.
La titular de Exteriores indicó que ese orden no es una “ideología occidental” como, dijo, algunos pretenden, sino que se basa en la Carta de las Naciones Unidas y por tanto en la convicción universal de que todos los Estados y personas tienen los mismos derechos, independientemente del poder de los Estados.
“Para nosotros, los alemanes, estos principios son también una lección de la Segunda Guerra Mundial y de las atrocidades que la Alemania nacionalsocialista infligió a sus vecinos”, apuntó Baerbock.
Apenas 30 años después de la Segunda Guerra Mundial, la adhesión de Alemania a la ONU marcó su regreso definitivo a la comunidad mundial, aunque la coexistencia en las Naciones Unidas de diplomáticos de la ahora extinta República Democrática Alemana (RDA) y la República Federal Alemana (RFA) hacía visible la división del mundo en Oriente y Occidente.
Para la República Federal de Alemania, el ingreso en la ONU no estaba exento de riesgos, pues había voces que creían que la adhesión pondría en peligro los avances hacia la reunificación del país, explica el catedrático de Historia de la Universidad de Tréveris Manuel Fröhlich.
Pero el canciller Willy Brandt dejó claro desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU en Nueva York que no la utilizaría para polemizar con la RDA: “No hemos venido (…) para lamentar los problemas de Alemania ni para plantear exigencias que de todos modos no pueden satisfacerse aquí”. Para la RDA, por su parte, la admisión oficial en la ONU marcó un hito en su reconocimiento mundial.
Según Fröhlich, autor de un ensayo sobre la historia germana en la ONU, hay una “gran continuidad” en la identidad alemana en la ONU, que sigue estando muy impulsada por principios y orientada hacia el derecho internacional.
Que navegar por estos valores no siempre ha sido fácil quedó patente, entre otras cosas, en la famosa reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que el secretario de Estado estadounidense Colin Powell intentó convencer al mundo en 2003 de que el gobernante iraquí Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. El entonces ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, dejó patente su escepticismo.
“Contamos con Alemania como un socio importante en nuestros esfuerzos globales para construir un futuro más justo y pacífico para toda la humanidad”, señaló recientemente por su parte el actual secretario general de la ONU, António Guterres.
La confianza del jefe de la ONU se refleja también en el hecho de que se haya encomendado a Alemania la planificación de la Cumbre del Futuro a celebrar en el otoño europeo de 2024, pues en ella se sentarán las bases para una reorientación global de la ONU. La embajadora germana Antje Leendertse -la primera mujer que representa a Alemania en la ONU- es la responsable de la cumbre.
Leendertse afirma que la diplomacia internacional y el sistema de la ONU deben cambiar. Haciéndose eco del término acuñado por el canciller alemán Olaf Scholz, “Cambio de época” (Zeitenwende), cree que se ha producido un punto de inflexión para la cooperación global.
“Tenemos muchos campos, por ejemplo el espacio, la inteligencia artificial o la digitalización, para los que no existen normas vinculantes ni siquiera un código de conducta”, subrayó Leendertse.
Según la embajadora alemana ante la ONU, el cambio más necesario debe hacerse en el trato con los países en desarrollo de África, América Latina y Asia. “Se trata de planear de forma conjunta así como de los derechos del llamado Sur Global”, dijo Leendertse.
Sin embargo, el exembajador germano ante la ONU Christoph Heusgen señaló lo difícil que es desacartonar a las Naciones Unidas y sus instituciones.
Cuando Heusgen, actual jefe de la Conferencia de Seguridad de Múnich asumió la presidencia del Consejo de Seguridad en abril de 2019, con Alemania como miembro no permanente del órgano más poderoso de la ONU en ese momento, provocó con sus innovaciones que algunos de los asistentes elevaran sus cejas.
Heusgen colocó un reloj de arena sobre la mesa para recordar a los representantes que solo disponían de cinco minutos para hablar. También corrió las pesadas cortinas de la sala y dejó entrar algo de luz.
“Quería aprovechar esto para aportar más luz y, en sentido figurado, más transparencia al organismo. Con estas medidas simbólicas, queríamos dejar claro al mundo exterior que estamos comprometidos, que queremos modernizar el Consejo de Seguridad”, apuntó Heusgen.
Pero el efecto no ha sido duradero: las cortinas vuelven a estar cerradas y el reloj de arena también ha desaparecido.
